Varios estudios revelan que acariciar a un perro nos hace sentir felices y hace reducir nuestra presión sanguínea. Esto es porque nuestros cuerpos descargan oxitocina a la corriente sanguínea (la misma hormona que producen las mamás al dar el pecho a su bebé). Las estadísticas dicen que la gente que tiene perro vive más, tiene menos probabilidades de sufrir un ataque al corazón, y de sufrirlo, tiene más posibilidades de sobrevivir. Hay que decir que los beneficios son mutuos, porque cuando acariciamos a un perro, también a él le baja la tensión y descargan oxitocina (otra muestra de empatía).