Primero: cuando el futuro dueño se deja influenciar por una raza determinada y no averigua nada acerca de ella (carácter, necesidades, etc). Cometiendo el primer error, ejemplo: Si deseo tener un perro como un Rottweiler, Pastor Aleman, Pit bull, etc,  tengo que tener como mínimo el carácter adecuado para poder guiarlo hacia una buena educación.

Segundo: ser responsable, perseverante y constante en la educación de este perro y, si no tengo el conocimiento, asesorarme con un profesional.

Tercero: Un espacio adecuado para que el perro se pueda desenvolver sin caer en la frustración.

Cuarto: Tener el tiempo suficiente para poder otorgarle sus necesidades físicas y psicológicas.

Es vital la elección de una raza o mezcla  adecuada para el tipo de dueño y hábitat donde se desarrollará nuestro mejor amigo.

Pero para eso debemos reconocer las diferencias entre razas y nuestros requerimientos.

Seré reiterativo en esto: existen perros para cada tipo de dueño y lugar. De  una buena decisión a la hora de adquirirlos depende en gran parte del resultado, pero para eso no hay que caer en la dañina y peligrosa  premisa de: todos los perros son iguales o estigmatizar una raza determinada.